POR PATRICIA MOYANO
El 24 de marzo de 1976, nuestro país iniciaba un período de siete años sumido en las sombras. El Estado, que hasta esa fecha había sido, aún con vicisitudes y usos deplorables, garantía de constitucionalidad y democracia, se convierte, de la noche a la mañana, en una herramienta de represión, tortura, desaparición y muerte.
Cuarenta y cinco años después, los argentinos y las argentinas conservamos la Memoria. Si no se los alimenta, los recuerdos se erosionan con el tiempo; pierden su verdadera forma y se vuelven confusos, hasta que uno no distingue qué es recuerdo y qué es imaginación.
Es nuestra responsabilidad como ciudadanos custodiar esa Memoria. No podemos dejar que se diluya con el paso de los años. Custodiar la Memoria es tener presentes a todas y todos los que perdieron la vida a manos del despotismo, los desaparecidos, los que aún hoy llevan grabado en la piel y en el recuerdo la atroz experiencia de los centros clandestinos de detención. Custodiar la Memoria significa no perder la esperanza de hallar a los hijos y nietos que todavía desconocen su identidad, es enarbolar la bandera de la justicia por los crímenes de lesa humanidad perpetuados durante el último gobierno de facto. Custodiar la Memoria significa custodiar el futuro.
Sin dudas se trata también de una responsabilidad política. Custodiar la Memoria es fomentar el diálogo, el acceso a la información, la cultura, hacer llegar las voces de aquellos y aquellas que vivieron la experiencia en carne propia. Es mantener vivo el legado en espacios públicos y casas de estudio. Es construir políticas para su conservación.
En Zárate, punto neurálgico para la logística regional durante el proceso militar, territorio de varios centros clandestinos de detención, fueron secuestrados más de un centenar de vecinos y vecinas, de los cuales cien resultaron desaparecidos. No es un número: son cien historias de vida, cien familias, cien vidas arrebatadas. Custodiar la Memoria es tenerlos presente.
La fecha no se agota el 24 de marzo. La Memoria está presente en cada uno de los argentinos y argentinas, en los símbolos de las plazas, en los libros, voces y decisiones encargadas de transmitirla a las próximas generaciones.
Hoy y siempre, custodiemos la memoria. Hoy y siempre, siguen presentes los 30 mil compañeros y compañeras desaparecidos.