A 10 años del estreno de la histórica serie de HBO, el actor zarateño Fausto Labraña recordó su experiencia como dothraki, cómo vivió la Batalla de los Bastardos, anécdotas con el elenco y más.
«Estamos buscando tu estilo para uno de los personajes de una serie’, me dijo. Cuando le pregunté qué serie era, me dijo ‘Game of Thrones’”.
Esas palabras quedaron patentes como tatuajes para el actor Fausto Labraña. “No tenía idea de que era ‘GOT’, había escuchado algo pero no era el furor que era después, o por lo menos yo no le había prestado esa atención”, confiesa. Sin saberlo, llegó a convertirse en el único argentino que participó de una serie que marcó la televisión para siempre.
Oriundo de Zárate, tuvo su primer contacto con la actuación a los 15 años, cuando empezó a estudiar de la mano de Augusto Fernandes y Hugo Urquijo. Cuando llegó a la universidad se inscribió en la carrera abogacía, debido al “mandato familiar”, aunque no tardó en darse cuenta de que su pasión estaba entre cámaras y escenarios; fue así como se anotó en la carrera de actuación en la UNA (Universidad de las Artes).
“Cuando empecé estaba lleno de miedos, preguntas… no solamente sobre mis capacidades, sino también sobre la búsqueda laboral posterior. Yo que tanto las actrices como los actores nos vamos llenando de herramientas que tarde o temprano podemos utilizar en la vida también además de la profesión. Julio Chávez dice siempre que se piensa como una cocina y vos tenés varios condimentos; lo importante creo yo es ir juntando esos condimentos a través de experiencias vividas, vínculos. Por eso fue que también empecé a viajar”, recuerda.
Así fue como a sus 22 años se mudó a Irlanda. La idea, según cuenta, era quedarse solo tres meses para poder estudiar actuación; sobre la marcha, sin embargo, se dio cuenta de que se había enamorado del país y sus costumbres, su cultura y la riqueza de sus días. Se anotó en diferentes cursos en The Lir(RADA), The Abbey School of Drama y en The Gaiety School of Acting de Dublín, aprovechó para practicar inglés y a conocer la escena teatral de ese lugar.
Trabajaba de lo que encontraba: primero en un pub, y después en un hostel, donde también vivía. “Al tiempo que empecé dije ‘bueno, me siento un poco más seguro de lo que hago, creo que este es momento de empezar a buscar trabajo como actor’”, recuerda. Así fue como viajó hasta Belfast, Irlanda del Norte, para empezar a dejar todo su material, ir a castings y “a cruzar los dedos”.
Fue en uno de los cursos donde conoció a una compañera que estaba trabajando en la serie “Penny Dreadful”, creada y escrita por John Logan. Así pudo conseguir un trabajo como extra en la serie, y se codeó con actores y actrices como Eva Green o Timothy Dalton. “Por más que tuve una participación muy chica toda la producción me parecía increíble, yo venía de trabajar en Argentina como actor pero básicamente en teatro, entonces para mi era todo nuevo”, recuerda.
Cuando terminó de grabar, una productora de la serie le nombró por primera vez las palabras “Game of Thrones”: “Conozco productores que están trabajando en esa serie”, decía. Fue ella la autora de la frase que abre esta nota, como también la que abrió una puerta en la carrera de Fausto. “Me pasó un contacto, mandé mis fotos, reel, curriculum, y me quedé esperando a que el universo se alinee y me llamen”, confiesa.
Tras esa experiencia siguió trabajando en el hostel. Un miércoles por la mañana recibió una llamada telefónica, mientras preparaba el desayuno para los huéspedes; era Marc, uno de los asistentes de producción de la serie de HBO, para decirle que lo quería conocer el viernes. “Pensé que sería algunos de mis amigos haciéndome una broma, pero evidentemente era cierto”, recuerda entre risas.
Se pidió el día del trabajo, armó su mochila, fue a la terminal de micros y en dos horas y media en colectivo había llegado a los estudios Titanic, ubicado a metros del Museo Titanic. Audicionó para interpretar a un dothraki, los imponentes guerreros creados por el autor George R. R. Martin en sus libros. “En ese momento tenía el pelo largo, estaba con mucha barba larga, así que iba acorde con el personaje”, detalla. Volvió a Dublín, y a los tres días lo llamaron y le dijeron que había sido elegido para participar en la serie, y que tenía que instalarse en Belfast para empezar a grabar.
Su día de rodaje comenzaba bien temprano: a las 2 de la mañana un taxi lo pasaba a buscar por el hotel y lo llevaba al estudio. Si había que grabar interiores se quedaban ahí, y si eran exteriores -como la mayoría de las veces- se trasladaban a una “locación perdida” y aprovechaban los grandes paisajes de la zona.
Al momento de ingresar, recuerda, había que firmar un ingreso. Arriba de su nombre vio el de Maisie Williams, la actriz que interpretó a Arya Stark: “Me acuerdo que pensé ‘esto es serio’”, dice Fausto. Cuando llegaba comenzaba el proceso de vestuario y maquillaje, que tardaba alrededor de 2 horas y media; para las 6 de la mañana ya estaban en el set, listos para comenzar a grabar.
“La mayoría empezábamos a precalentar, porque el clima era muy húmedo, con lluvias. Vos pensá que quieras o no tenés que hacer la toma 10 veces, y son 10 veces que tenés que agarrar la espada de peso real, con un escudo de peso real y correr por una colina real con barro real. Entrenábamos mucho antes de grabar”, afirma. Alrededor de las 9 de la mañana la producción les daba un sugar rush, integrado por snacks y chocolates, para tener calorías: “Los dothrakis estaban casi en taparrabos en medio del frío irlandés”, recuerda.
El día se iba entre cada escena, tiempo de espera en el cambio de locaciones, preparación de efectos -como la nieve, que cuenta que era artificial-, y terminaba alrededor de las 6 o 7 de la tarde, cuando ya se hacía de noche. Ahí partían de vuelta para el hotel, y entre que se bañaba y se sacaba el maquillaje eran las 12 de la noche, para comenzar a las 2 de la mañana otra vez. Llevó ese ritmo por dos meses, con solo un fin de semana libre, donde aprovechó para dormir todo el día.
Claro que no era fácil: “Me costaba mucho mantener la misma perfomance, había días en los que estaba dormido… entonces yo pensaba por favor, hoy quiero quedarme en el fondo, como cuando salías antes de ir a clase y al otro día tenías examen”, recuerda con gracia y sigue: “Se laburaba muy intensamente, y a todo esto imaginate los técnicos y la gente que llega antes de los actores y extras y que se van después”.
Además del esfuerzo físico, el actor tuvo que aprender el idioma dothraki para poder trabajar en su personaje. David J. Peterson, el creador de la lengua, se inspiró en una mezcla de turco, el estonio, el inuktitut y el swahili. “Fue un idioma inventado para la serie. A mi me llegaba el guion y yo tenía que traducirlo del dothraki al inglés, y del inglés al castellano, así podía entender que estaba diciendo. Al ser hispanohablante las ‘R’ o las ‘T’ las tenemos más marcadas que los angloparlantes, entonces me fue más fácil”, decía. De todas las palabras, solo recuerda una frase: «Yer jalan atthirari anni» se traduce como «Eres la luna de mi vida».
Gracias a su trabajo como dothraki compartió escenas con Emilia Clarke (Daenerys Targaryen), a quien define como una “excelente compañera”: “Quizá uno a veces tiene el prejuicio de que ellos al nivel en el que están pueden ser soberbios, pero eran súper simpáticos, agradables. Era gente que estaba ahí para trabajar y dar lo mejor de ellos, te ponía a vos en un lugar donde necesitabas trabajar y dar lo mejor de vos”, señala.
También conoció a Kit Harington (Jon Snow), Carice van Houten (Melisandre), Liam Cunningham (Davos Seaworth) y con Kristofer Hivju (Tormund). “Había pocos protagonistas en Irlanda, el resto estaba en Sevilla, Malta. Entre los que estaban ahí nos conocíamos con todos, si no grababan en la misma escena era en una locación cerca”, asegura.
De hecho, en una ocasión cuando fue al buffet a comer se cruzó con Nikolaj Coster-Waldau, el actor que le da vida a Jaime Lannister: “Con él no grabé nada pero comió con nosotros. Cuando llegamos a comer con mis compañeros, que trabajaban también de extras, estaba Jaime en una mesa con 10 sillas alrededor y nos invitó a sentarnos. También una presencia muy importante, muy buena onda, es muy llamativo”, confiesa, y destaca el ambiente de trabajo: “Lo tomé como un aprendizaje, no solamente aprender de los protagonistas sino también del director, asistentes, vestuario, todo, era todo nuevo para mi y muy enriquecedor”.
“Hay miles de anécdotas”, dice. Entre ellas recuerda la vez que se encontró con Alfie Allen, el actor que interpreta a Theon Greyjoy, durante una pausa en el rodaje. “Teníamos una pelota de fútbol en el set; él me preguntó de dónde era, y yo le dije que era argentino… Ahí me dijo ‘Ah, Maradona, Messi, juega al fútbol’, y nada más lejos de la verdad, porque soy muy malo jugando al fútbol. Pero ahí nos pusimos a jugar, le pegaba bien, yo no, me faltaba el mate y era más argentino que nunca”, dice Labraña.
Fausto participó en la quinta y sexta temporada. Además de su trabajo como dothraki, cuenta que le dieron la posibilidad de interpretar a un soldado de la familia Mormont en nada más ni nada menos que la Batalla de los Bastardos, el episodio dirigido por Miguel Sapochnik que retrata el mítico enfrentamiento entre Jon Snow y Ramsay Bolton (Iwan Rheon) por el control del Norte.
El capítulo fue coronado en los premios Emmy en 2016 en categorías como «Mejor guion de serie dramática» y «Mejor dirección de serie dramática», bajo la banda sonora de Ramin Djawadi. Labraña lo vivió desde adentro, y cuenta que se vivió como lo que fue: un evento que marcaría la historia de la serie.
“El capítulo tuvo como 3 meses de preparación y 2 meses de grabación, porque era mucha gente; había como 500 extras, 200 caballos, más los protagonistas, más todo el equipo técnico, era una maquinaria abismal. Hasta había un ex militar británico, que nos venía a enseñar las formaciones militares, como utilizar la espada, la pelea. Después la edición debe haber llevado un tramo más”, recuerda.
El episodio tuvo varios momentos para destacar -y sin spoilers sobre el resultado del enfrentamiento-. Podemos nombrar dos claves: la escena de Jon Snow solo frente al inminente ejército, y el momento en que queda hundido entre todos los cuerpos y, en una toma cenital, emerge en el medio del caos y logra respirar. Uno de los que lo acompañaba en ese momento era Fausto, quien cuenta: “En esa escena uno de los extras que había por ahí agarró el celular y le sacó una foto. Ahí Kit Harington no se puso descortés pero le dijo, ‘¿te parece hacer esto?’, y estábamos todos de acuerdo”.
Durante la extensa jornada de filmación recuerda, además, una anécdota que define como “divertida e irreal”: “Al costado del descampado donde estábamos grabando había unos baños químicos. Me acuerdo que voy, golpeo y había alguien… se abre la puerta y sale Jon acomodándose la espada. Para mi fue como estar grabando con Marvel y que salga Iron Man del baño acomodándose el traje”, comenta.
Luego de la grabación de ese episodio, Fausto terminó su trabajo en ‘GOT’. Para celebrar lo invitaron a una fiesta de fin de rodaje, en un boliche exclusivo para el elenco y trabajadores de la serie. “Jon nos dijo ‘los veo a la noche’, y yo me acuerdo que pensé ‘si, claro, mirá si va a venir a tomar una cerveza con nosotros’. Y cuando fui ese día estaba él, estaban todos”.
“Es como que te vas de tu cuerpo y empezás a mirarte de arriba y te dás cuenta del lugar increíble donde estás. Ahí fue cuando caí y me di cuenta de la magnitud de lo que se había grabado. También me puse triste, porque sabía que se terminaba ahí. Pasó todo tan rápido… se genera como un vínculo, y era una despedida de eso. Al otro día de la fiesta me subí al micro y me volví a Dublín, porque yo tenía un departamento alquilado ahí. Y ese viaje de dos horas y media la lloré como nunca, porque fue muy emotivo para mi esa situación”, revela.
Igualmente, Labraña asegura que siguió en contacto con actrices y actores de la serie en un grupo de WhatsApp, como también en un grupo de Facebook, junto a varios protagonistas y, en su mayoría, compañeros que también trabajaron de extras y también asistentes de dirección. En ese lugar comparten fotos, videos y recuerdos de toda su experiencia. Aunque con el paso de los años fue cayendo el uso, cuenta que todavía entra a verlos cada tanto en flashes de nostalgia y recuerdos.
Mientras habla por videollamada con este medio, a sus espaldas se luce un cuadro con una remera de “Game of Thrones”; según cuenta, fue un regalo cuando terminaron de grabar. Pero también tiene un peculiar souvenir: “Me llevé un pedazo de cuero con el que nos ataban el pelo a los dothraki. Se me quedó enganchado en el pelo, y sin querer me quedé con uno”, cuenta.
Cuando llegó a Argentina continuó trabajando en televisión y teatro, y en las novelas de Telefe como “Golpe al corazón” y “Campanas en la noche”. A su vez es cantante, e hizo covers de canciones como “Your Song” de Elton John o “Shallow”, de la película “A Star Is Born”. Claro que también siguió de cerca lo que pasaba en ‘GOT’, mientras toda su familia y amigues le preguntaban qué era lo que iba a pasar, aunque por contrato de confidencialidad no podía decirlo.
Aun así asegura que “no fue lo mismo” que antes: “Cuando sabés el detrás cuesta decirle al imaginario que quede libre para poder aprovecharlo al máximo”, expresa y agrega: “También me daba mucha melancolía, entonces traté de esquivarlo un tiempo, lo terminé de mirar hace un año”.
Este 17 de abril “Game of Thrones” cumple 10 años de su estreno. De la camada de “Lost” o de “The Walking Dead”, la serie contó con el poder de captar la atención de los espectadores en tiempos donde todo es fugaz y efímero: cada domingo, a determinada hora y canal, el espectador se sentaba frente a la pantalla para ver lo que pasaba con cada casa y la lucha por the Iron Throne en los Siete Reinos, conocer a los White Walkers, o ver la furia de los dragones Targaryen. Fue seguir una historia que combina conceptos como estrategia, ambición, política, familia, con historias que venían de los libros y que dejaron personajes eternos para la cultura pop.
Fueron 8 temporadas, donde se consolidó como uno de los productos culturales más funcionales de la época. Se crearon debates en Facebook, en Twitter y en WhatsApp, e incluso muchos grupos decidieron poner fecha y lugar para poder encontrarse a ver la serie y compartir el fenómeno en persona. Se transmitió en 207 territorios en todo el mundo y culminó con 45 millones de espectadores en Estados Unidos.
Los últimos episodios estuvieron a cargo de los guionistas David Benioff y Daniel Brett Weiss, quienes dieron el rumbo a un final que continúa en debate hasta el día de hoy. Sin entrar en mayor detalle -para quienes no vieron la serie-, el rechazo fue tal que incluso circuló una petición para reescribir los episodios. Analizamos este fenómeno con la periodista Fiorella Sargenti y lo podés leer acá.
“El final a mi me gustó, pero la realidad es que ¿a quién le gustan los finales?”, opina Fausto y argumenta: “Termine como termine siempre va a haber una mano que se iba a alzar y a criticar, pero hay que estar ahí para realmente saber todo el esfuerzo que hay detrás ya aceptar que ese fue el final y que a veces las cosas no son como uno quiere, pasa en la ficción y en la vida también. Creo que ya no había mucha vuelta para darle, y a veces extender las cosas iba a generar algo que también iba a ser criticado; yo estoy contento con todo el producto en general”.
Aunque había varios actores latinoamericanos, Fausto fue el único argentino que participó en la serie, tras la posibilidad de viajar hasta Irlanda: “Podría haber sido solamente trabajar en ‘Penny Dreadful’ y eso hubiese sido espectacular. Tuve que jugármela y perder el miedo. Siempre a mis colegas les digo mándense, manden curriculums, si se tienen que ir al país con la globalización que hay pueden audicionar desde cualquier parte del mundo”, aconseja.
Hoy, a sus 31 años, reside en Buenos Aires y se prepara para los próximos proyectos que se vienen. “Ya pasaron 6 años de la última vez que grabé, me cuesta a veces recordar nombres o situaciones”, confiesa y sigue: “También traté de sublimarlo un poco, porque sino no iba a estar contento con nada de lo que labure después, todo me iba a saber a poco”.
Es que Fausto define su experiencia en “Game of Thrones” como “un gran recuerdo” y como “un sueño” que se convirtió en realidad, el principio de un camino que recién comienza: “Durante los meses que estuve allá no caía en la magnitud de lo que se estaba grabando. Era como vivir una película, y más para un zarateño como yo. Fue hermoso”.
(FiloNews)