El asalto a Ayala cayó en la Unidad Fiscal de Instrucción (UFI) 2 de Campana, a cargo de Matías Ferreiros, mientras que la ejecución de Joel es investigada por la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) 2 del Departamento Judicial Zárate-Campana, a cargo de Ana Laura Brizuela.
Brizuela fue quien dispuso los allanamientos realizados durante la semana por efectivos de la Dirección Departamental de Investigaciones (DDI) de Zárate – Campana. En el marco de esos operativos se detuvo a dos hombres, de 25 y 22 años, acusados por el crimen del adolescente.
Conforme avanza la investigación se empezaron a sumar los testimonios de algunos de los 3.000 vecinos de San Cayetano, que mencionaron que hay un enfrentamiento entre dos bandas de delincuentes: la que existe desde hace décadas, dedicada a robos a comercios de Zárate y Campana, y una que empezó a verse hace pocos años, que está formada por «santafesinos» y que se dedica a los asaltos con adoquines sobre las rutas 9 y 6, que bordean el barrio.
Joel no habría estado involucrado con el robo al Ratón Ayala, pero sí habría formado parte de la banda que lo asaltó. De hecho, fuentes policiales refirieron a C5N que chicos de 14 o 15 años forman parte de la organización.
Lo que es más, la semana anterior al robo de Ayala se hicieron allanamientos en San Cayetano por denuncias de los vecinos de la zona, que vieron cómo algunas personas entraban armas al barrio y las escondían junto a las vías del tren Mitre.
Efectivos de la DDI de Zárate – Campana hicieron al menos tres allanamientos hasta la fecha y encontraron desde municiones hasta molotovs semienterradas en los pastizales. El miércoles de esta semana uno de los móviles de esa unidad policial fue baleado durante el operativo en el que detuvieron a los dos acusados del asesinato de Joel.
Se cree que los jóvenes no querían matar a Joel sino a «Naranja», un menor de edad sospechado de haber atacado desde los pastizales a un móvil policial durante uno de los allanamientos de la semana pasada.
«Es una jungla, sentíamos que estábamos en la selva. Salen los adolescentes de 14 o 15 años y silban para avisar que tienen que esconder las armas», sintetizaron fuentes policiales al canal de noticias.
Una vecina de San Cayetano incluso afirmó que a los adolescentes «les pagan hasta $ 1.000 por día para que escondan las vainas y armas».