El Gobierno tiene por delante una serie de pasos cruciales para que a fin de año comience la construcción de la cuarta central nuclear, Atucha III, con financiamiento de China.
Luego de la firma del contrato comercial a comienzos de la semana pasada, antes del viaje presidencial al gigante asiático, los países deben avanzar con el contrato financiero, que definirá bajo qué condiciones una serie de bancos chinos van a fondear el proyecto.
A la vez, hay un proceso administrativo interno del Estado nacional que obliga a presentar todos los detalles de la central, al tiempo que ya comenzó el análisis de impacto ambiental y el estudio de suelo para obtener de parte de la Autoridad Regulatorio Nuclear argentina la autorización para la construcción. Asimismo, la CNEA debe cerrar un acuerdo de transferencia de tecnología de parte de China.
Se trata del proyecto de inversión más ambicioso del país asiático en territorio nacional, por un monto de 8.300 millones de dólares. La central contará con un reactor de tipo Hualong, de diseño chino, que utiliza uranio enriquecido como combustible y agua liviana como refrigerante y moderador. Es una tecnología poco conocida por Argentina, a diferencia de las centrales tipo CANDU. Atucha III será la primera central nuclear en construirse en el país desde 1981. Se instalará en el Complejo Nuclear Atucha de la localidad de Lima, provincia de Buenos Aires.
El camino
El proyecto de la cuarta central nuclear está en carpeta desde hace diez años. En 2014 y 2015 se firmaron acuerdos para la construcción de dos centrales nucleares de potencia. La idea era que la primera central a construir fuera de tipo CANDU, en donde la industria nuclear nacional tiene experiencia a partir de la central Embalse.
Además, habría otra central con un reactor nuclear de tecnología de uranio enriquecido y agua liviana de diseño chino. Para el país asiático, ingresar a América latina a través de la venta a la Argentina, primer país de la región en desarrollo nuclear, con un reactor de diseño propio, era una oportunidad muy importante.
Sin embargo, el gobierno de Cambiemos enfrío la relación con China. El proyecto nuclear quedó trunco y sólo quedó en pie la compra de la central con tecnología china. Al comienzo, el gobierno de Alberto Fernández buscó retornar a la idea inicial del reactor CANDU, pero China no aceptó una nueva marcha atrás, de modo que se confeccionó el proyecto que ahora está encaminado.
Lo que viene
El proyecto tiene un costo completo de 8300 millones de dólares, de los cuales se busca que China financie la totalidad, a diferencia del proyecto inicial, que apuntaba a un fondeo del 85 por ciento del presupuesto. De todas maneras, uno de los pasos más importantes que resta concretar es el contrato financiero, en donde se definirá qué bancos chinos participan de la operación, las tasas de repago y el plazo de gracia, que se espera que abarque a todo el período de construcción de la central.
El contrato firmado prevé la provisión de la ingeniería, construcción, adquisición, puesta en marcha y entrega de una central del tipo HPR-1000, que utiliza uranio enriquecido como combustible y agua liviana como refrigerante y moderador. Tendrá una potencia bruta de 1200 MWe y una vida útil inicial de 60 años.
Actualmente hay dos reactores Hualong funcionando en la provincia china de Fujian y otro en Pakistán. De ahí la gran importancia que tiene para China vender una central a la Argentina. Según las autoridades nucleares argentinas, «es un reactor de tercera generación, con los mejores sistemas de seguridad, una vida útil de 60 años y ahorro de combustible».
La compra de la central a China es «llave en mano», lo cual implica poca o nula incorporación de componentes nacionales. En un país con una industria metalúrgica y nuclear de avanzada, como la Argentina, es una fuerte contra del proyecto. Aun así, el Gobierno negocia que el 40 por ciento del presupuesto del proyecto se gaste en empresas locales, mayormente de ingeniería y construcción de la obra civil.
Sin embargo, en el contrato comercial se estableció como «condición precedente» al contrato de construcción que haya una transferencia de tecnología de parte de la CNEIC (China Nuclear Energy Industry Corporation) a la CNEA (Comisión Nacional de Energía Atómica) para el aprendizaje local en la elaboración de uranio enriquecido, que es el combustible que utiliza el reactor Hualong y que también usa el reactor prototipo argentino CAREM. «Se hizo todo lo que se pudo en un contexto muy complejo. Se reinicia el ciclo de aprendizaje de las tecnologías complejas, como pasó con Atucha I y los alemanes», indican en el Gobierno.
[Con información de Página 12]