La Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV) publicó este martes el informe “Principales indicadores de la seguridad vial con perspectiva de género en Argentina”. Este trabajo busca visibilizar comportamientos viales y aspectos de la siniestralidad vial entre varones y mujeres, para fomentar el diseño y aplicación de políticas públicas inclusivas y orientadas a reducir los siniestros viales y sus consecuencias.
El informe indica que el tránsito es principalmente masculino, ya que 8 de cada 10 conductores que se observan en la vía pública son hombres, que a su vez son quienes acceden en mayor medida a la Licencia Nacional de Conducir (72%) y representan el 99,7% de la conducción de transporte de carga y de pasajeros.
Sin embargo, durante el período 2010-2019 se evidencia una participación creciente de las mujeres en la conducción, y tienen un mayor respeto por las normas de tránsito.
Algunos datos para destacar son: utilizan más el cinturón de seguridad (62,5%) que los varones (53,4%) al conducir, y también como acompañantes (44,5% mujeres vs. 39,1% varones). Además, cuando la conductora de autos es mujer, las y los niños menores de 10 años viajan más protegidos al usar el sistema de retención infantil (31,2%) que cuando conduce un varón (24,6%).
Es importante remarcar también que las mujeres dicen tener mayor conciencia del riesgo respecto a exceder la velocidad que los varones (69% vs 60% respectivamente), mientras que, los varones, declaran mayor frecuencia de conducción superando los límites de velocidad permitidos que las mujeres para todos los tipos de vías de circulación: en autos 21% vs. 14%, y en motos 16% vs. 7%.
De acuerdo al consumo de alcohol previo a conducir un vehículo, por ejemplo, en automóviles, el porcentaje de positivos registrados es casi la mitad que el de los varones (5% vs. 9,5% respectivamente), y en motos, llega a ser casi tres veces menor (8,5% vs. 21,8% respectivamente).
El informe realizado por la ANSV demuestra que los estereotipos predominantes en la cultura vial asocian a los varones con las demostraciones de poder y fuerza, acciones propias de la violencia vial que se traslada a las calles, como, por ejemplo, las peleas de tránsito, golpes e insultos entre conductores y las picadas clandestinas. Mientras que las mujeres son vinculadas a un modelo que las coloca como “malas conductoras”, por tener un exceso de prudencia y por el respeto de las leyes de tránsito, conductas que en realidad contribuyen a una convivencia vial pacífica.