El consejo directivo de la CGT estuvo a pleno en la histórica sede de Azopardo e Independencia. Como en las tensas reuniones que eran el preludio de una tormenta contra un gobierno en medio de una crisis, aunque esta vez solo se repetía un factor: el desmadre económico en el país.
Las medidas de fuerza quedaron para otra ocasión y sí se acordó organizar una movilización el próximo 17 de agosto, con una premisa algo difusa, abstracta y sin nombres propios: “interpelar a toda la clase política”. Así se hará la marcha de la bronca, pero contra nadie.
Desde hace unas semanas, la mesa chica de la central obrera venía analizando realizar esta marcha. Los dirigentes se reunieron dos veces en la sede de UPCN en la calle Moreno al 1300. No trascendían mayores detalles y cada jefe sindical medía las palabras al enfrentar a los periodistas. Mientras tanto, las turbulencias pegaban duro en el gobierno nacional y la crisis se llevó puesto al ministro Martín Guzmán. Claro, también la tormenta recalentó la economía, con inflación en alza, dólar al rojo vivo y riesgo país récord.
Quienes tomaron el protagonismo callejero fueron los movimientos sociales. Día por medio, los piqueteros desfilan por las calles de Buenos Aires reclamando medidas para contener el hambre y las penurias que trae el proceso inflacionario, con precios por las nubes. Son grupos no alineados con el Gobierno, aunque últimamente sumaron al descontento a líderes sociales como Juan Grabois. El referente del MTE no anduvo con vueltas y lanzó dos advertencias preocupantes: “Estamos dispuestos a dejar nuestra sangre en la calle” y “prefiero hablar ahora y no lamentarme cuando empiecen los saqueos”.
El triunvirato de la CGT acordó marchar, pero sin acto ni discursos
Con esta coyuntura, el triunvirato compuesto por Héctor Daer, Carlos Acuña y Pablo Moyano, recibió en el cuarto piso de la CGT al resto del consejo directivo. Fueron tres horas de debate, sin mayores contrapuntos, pero con grupos diferenciados entre los “gordos” (Héctor y Rodolfo Daer, Andrés Rodríguez, José Luis Lingeri), los moyanistas y los kirchneristas de la Corriente Federal de Trabajadores (CFT). La posición que lleva adelante Héctor Daer (uno de los pocos albertistas en la central obrera) fue que se aprobara hacer la marcha, sin acto ni oradores. Desde el Obelisco hasta el Congreso de la Nación. Y así fue.
El otro sector, al menos, logró imponer que se redacte un documento para fijar la posición de los trabajadores ante la crisis. En ese comunicado se advertirá la necesidad de enfrentar el desánimo social y apuntar a los sectores políticos que especulan con el agravamiento de todas las variables económicas. El consejo directivo aspira a que los movimientos sociales oficialistas y la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA) se sumen a la marcha.
Pablo Moyano y Sergio Palazzo, secretario general de la Bancaria y líder de la más kirchnerista Corriente Federal de Trabajadores (CFT), presionaron para que la marcha del 17 de agosto se movilice también hacia las sedes de centrales empresarias como la UIA, AEA o entidades bancarias. Finalmente, esto no prosperó. Moyano, en conferencia de prensa, dijo que la movilización no es ni a favor ni en contra del gobierno: “Es para defender las paritarias y el trabajo digno. Esta marcha es contra los especuladores, acá el responsable es AEA, que es la asociación de empresarios argentinos, esa banda de forajidos son los que están quitándole un plato de comida a los trabajadores”.