Agustín Leonel Chiminelli (24) se asomó por la ventana de su casa y vio que su vecina María Alejandra Abbondanza (38) paseaba a su perro por la cuadra en la que vivían, en la localidad de Campana. Pensó que era el momento indicado para saciar su hambre asesina, según la acusación en su contra. Eran las cinco y media de la tarde del viernes 16 de septiembre de este año, cuando salió a la vereda y, con alguna excusa, la invitó a pasar a su casa. Una vez adentro, se desató el horror.
Cuando los dos estaban en el garage de la vivienda, Chiminelli aprovechó una distracción de María Alejandra y la golpeó con una mancuerna tantas veces como fue necesario hasta asesinarla. Luego intentó desmembrar el cadáver y quemar sus restos en la parrilla. También quiso deshacerse del arma homicida y otros elementos en bolsas de basura. No tuvo suerte en borrar evidencias. A la mañana siguiente fue detenido junto a sus padres, Liliana Esther Sánchez (64) y Carlos Rubén Chiminelli (69), acusados de cómplices.
El principal acusado está alojado desde aquel momento en la alcaidía del penal de Campana. No pasa su tiempo leyendo, precisamente. Sino que se dedica a realizar posteos en las redes sociales. Lo hace cómodamente desde su celda, a través del celular que se le permite tener para comunicarse por WhatsApp, pero no puede emplear otras redes.
Sus últimas publicaciones son directamente amenazas, que engendraron terror en la familia de María Alejandra.
“Estoy privado de mi libertad, no de mis sueños. Gracias a Dios estoy en un lugar mejor. Lejos de toda la mierda que me rodeaba. Ya va a tener todo su vuelta y me las van a pagar”, escribió en uno de sus posteos, realizado en el apartado de historias de Facebook.
No fue lo único que escribió. En otra parte del mismo texto, aprovechó para desligar a sus padres del femicidio. “Mis viejos son inocentes y no les paso cabida a lo que digan o piensen los demás”. La justicia no piensa lo mismo. La fiscal Laura Brizuela mantiene al padre y a la madre detenidos, como participes. El lunes que viene será una fecha clave porque se decidirá la prisión preventiva de los tres.
Desde un primer momento, la fiscal creyó que era imposible que Chiminelli hijo haya ingresado a la casa a María Alejandra, la haya golpeado con la mancuerna para luego intentar desmembrarla y quemarla en la parrilla, sin que sus padres escuchen nada estando en otro sector de la casa. Por eso es que mantiene detenida a toda la familia.
Todavía no está claro el móvil del crimen. Pero si se comprobó que el grado de ensañamiento con la víctima, que fue brutal. La autopsia marcó que María Alejandra recibió varios golpes en su cuerpo y uno mortal con la mancuerna en la cabeza. Luego de eso, según la reconstrucción judicial, el hombre de 24 años subió el cadáver por una pequeña escalera e intentó quemarlo en la parrilla. Una cámara de seguridad vecina ve el momento en que empieza a salir humo de la terraza de esa casa.
Cómo le fue imposible calcinar el cuerpo y reducirlo a cenizas, optó por desmembrarlo. Tampoco pudo hacerlo. Por lo tanto, durante la madrugada ya del sábado 17 de septiembre, Agustín Chiminelli se dedicó a descartar por el barrio cualquier tipo de evidencia. Desde la ropa ensangrentada de la víctima, hasta la mancuerna con que la mató. Cerca de las 4 de la mañana, creyó que lo había conseguido. No contó con que la policía recuperaría una cámara en donde se veia, la tarde anteror, a María Alejandra entrando a su casa.
En sus recientes posteos a través de Facebook, Chiminelli habla específicamente de Dios. Los investigadores creen que puede ser una estrategia para ser recibido en algún pabellón evangelista, ya que no hay ningún registro previo de fanatismos religiosos por su parte. “Dios es grande y sólo él puede juzgarme. Todo con la justicia de mi padre celestial. Saludos para mi abogado y mi familia real”, concluyó sin hacer referencia a quien se refería.
Con respecto al uso de celulares en las cárceles bonaerenses, vale aclarar que, durante 2020, la Cámara de Casación provincial permitió a todos los internos tener un celular para poder comunicarse con sus familiares, ya que no podían recibir visitas por la pandemia.
A pesar de que pasaron los años, y ya las visitas están reestablecidas hace mucho tiempo, la medida se mantiene en el tiempo y cada preso tiene posibilidad de usar un teléfono. Sin embargo, ese permiso tiene ciertas restricciones que, evidentemente, no se cumplen. Según un comunicado reciente del SPB, el protocolo “circunscribe su utilización a las actividades educativas a distancia y a los contactos familiares y prohíbe las redes sociales, con excepción de WhatsApp”.
Más allá de esta situación, la principal afectada por los posteos de Chiminelli es la familia de María Alejandra. Mientras su ex marido y su hija todavía lloran su perdida, leen en redes sociales las amenazas del acusado de su femicidio.