La primera testigo del juicio por el crimen del estudiante de Derecho fue su madre, Graciela Sosa, quien ingresó al recinto con un rosario en sus manos. Primero le explicaron las cuestiones de rigor. “Conocemos que usted es la mamá de Fernando, que esa circunstancia no le impida decir la verdad. Recuerde que está bajo juramento”, le dijo la presidenta del TOC N°1 de Dolores.
Luego, Fernando Burlando le hizo la primera pregunta sobre cómo era la vida antes de que mataran a su hijo.. “Éramos siempre los tres juntos, inseparables. Éramos una familia feliz y humilde que tratamos de inculcar los mejores valores a nuestro hijo, que era un chico muy sacrificado desde chico. Yo vine en 1995 a Argentina. Andaba enferma en mi país y me dijeron que la medicina era muy buena. Al poco tiempo conocí a Silvino, nos casamos y decidimos tener un hijo. De esa unión nació Fernando. Aún recuerdo el día en que nació. Cuando la enferma me decía que lo mire fijamente para no olvidar su rostro. Medía 55 cm pesaba 3,750. Era un ángel que trajo la alegría a nuestra vida. Era todo felicidad”, contó Graciela.
Quebrada por el llanto, Graciela no quiso suspender la declaración cuando se lo ofreció la presidenta del tribunal: “Quiero hablar por él”
“No entiendo, no comprendo cómo chicos de la edad de Fer le hicieron esto. Lo atacaron en la espalda, le reventaron la cabeza y ese cuerpito tan lindo que tuve 9 meses en mi panza”, relató la madre de la víctima luego de dar detalles de cómo fue el llamado en el que le avisaron que su hijo estaba muerto: “No lo podía creer. Había perdido mi único hijo. Siento tanto no haber podido defenderlo”.
Graciela no para de llorar mientras declara. El papá de Lucas Pertossi, que está en la sala, baja la cabeza, e inclina el cuerpo hacia adelante. La mujer sigue: “Hoy no hay nada para festejar en mi casa. Ni Navidad, ni año nuevo. Nada tiene sentido para mí desde que perdí a Fer. Me levanto por la mañana, tengo todavá su cama armada y su ropa en el placard que cada tanto lavo, plancho y acaricio”. Fue en ese momento que la presidenta del tribunal le preguntó si se sentía bien, y le ofreció parar su testimonio si no estaba en condiciones de seguir: “Me siento bien. Quiero hablar por él. Quiero contar cómo era”, respondió.
“Siento que mi corazón sangra todo el tiempo. Ojalá hubiera un remedio para calmar tanto dolor”, se sinceró la madre de Fernando mientras su duro relato estremece.
“Nunca creí que iba a ser velado en su colegio donde él siempre decía que iba a ayudar como agradecimiento. Fer nunca discriminaba a nadie como él ha sido discriminado. No le tuvieron piedad. Me duele tanto lo que le hicieron. Lo llamaban negro. No era así, era mi príncipe. ¿Con qué derecho le arrebataron la vida a Fernando? Me quedé sin nada. No tengo razón para vivir. Quisiera retroceder el tiempo para recuperar a mi hijo. ¿Saben lo doloroso que es ir al cementerio, tomar la foto de Fer, hablar y no tener respuesta? Las ganas de querer sacarlo un rato de ahí… Fernando está encerrado en un ataúd y encerrado no lo voy a recuperar nunca. Quiero tener un poco de paz en mi corazón”, expresó en llanto.
“Soy una mujer acabada. Sin ganas de vivir. No sé de dónde saco la fuerza pero sigo”, exclamó. Y contó: “Nunca pensé que iba a ser el último abrazo cuando lo despedí para irse de vacaciones con los amigos. Extraño muchísimo a Fernando. Van a ser tres años. Para mí es como que el tiempo se detuvo y siento que fue ayer cuando recibí la peor noticia de mi vida. A veces tengo ganas de que venga alguien y me diga que no es verdad. Pero lastimosamente no es así: Fernando está muerto”.