Al igual que el testimonio de Graciela Sosa, la palabra de Silvino, el papá de Fernando Báez Sosa no fue transmitida por el canal oficial de la Corte Suprema de Justicia de la provincia de Buenos Aires.
«Me llena de orgullo sentarme acá y hablar de él. Con Graciela siempre luchamos para que no le pase nada. Fernando era el ser más amado de mi vida. Los días más felices eran sábado y domingo porque estábamos todos juntos», sostuvo Silvino.
Máximo Thomsen, el rugbier más complicado en el crimen de Fernando Báez Sosa lloró mientras declaraba el padre de la víctima, a quien lo tenía delante de él.
Silvino inició su testimonio con calma. Contó que Fernando era el ser más amado de su vida: “Era un chico muy bueno, soñador, educados. Nunca tuvo problemas con nadie”.
Silvino, al igual que Graciela, reflotó frente a los jueces del tribunal los días felices de los fines de semana junto a Fernando: “Almorzábamos tipo 14, cuando él volvía de jugar a la pelota. Fernando era un chico de la casa”. Destaca que su hijo era tímido y cuenta que, a pesar de eso, logró hacerse de muchos amigos cuando se cambió de colegio. “En mi vida me imaginé que podía pasar algo así. Pero estamos acá con Graciela por Fernando”.
Entonces, Burlando le pidió que recuerde cómo fue que se enteró del crimen de su hijo: “Yo iba a trabajar. Graciela se levantó antes que yo. Yo estaba dando vueltas en la cama y sonó el teléfono: era una señora amiga o conocida de Graciela que llamaba de Villa Gesell. Yo la escucho decir: ‘No sé nada, ¿qué paso’. Graciela se cambió y me dijo que nos preparáramos para ir a ver a Fernando. En ese ínterin, sonó el teléfono y ella me pasó: ‘Soy el comisario Rosales lo estoy llamando desde Villa Gesell. Su hijo murió en una riña’. Yo no lo podía creer, porque Fernando nunca tuvo problemas con nadie, no tiene ni un enemigo. Retrocedí un segundo y Graciela me dijo: ‘¿Qué paso?’. No podía mentirle. ‘Nos mataron a Fernando’, le dije. Y ella me pegó cómo cinco puñaladas en el pecho. ‘Vos me estás mintiendo’, me decía”.
A Silvino se le quebró la voz, suspiró. Alguien le alcanzó un vaso de agua antes de que continuara con su declaración. Silvino recordó que tras enterarse de la muerte de su hijo, enseguida ambos viajaron a : “Duró como ocho horas porque era cerca del cambio de quincena. Llegamos a la fiscalía, me acerqué al mostrador y vi el documento de mi hijo”. Luego, rememoró el dolor cuando pidió ver el cuerpo de Fernando: no se lo permitieron. “Está a cargo de la Justicia”, le contestaron.
Silvino narró ante los jueces que cuando, finalmente logró ir a reconocer a su hijo, “fue duro porque una parte de mi estaba tirada en una bandeja de acero inoxidable con la cabeza reventada”. Y continuó: “Estaba chorreando sangre por todos lados. No lo podía tocar”. Era estremecedor el relato del papá de Fernando a este punto de su testimonial.
“Señores jueces, acá están escuchando el relato de un padre que ha perdido todo: ha perdido la felicidad, las ganas de vivir, de luchar, y perdió lo mejor de todo, que es el abrazo de su hijo. Durante mucho tiempo tuve una enfermedad en los riñones e hice un año y seis meses de diálisis. Me costó tanto… pero abría la puerta de casa y Fernando se colgaba de mi cuello: ‘¿Cómo estás papa?’, me decía. Y ese tipo que venía muerto de la diálisis terminaba mas vivo que nunca con el abrazo de su hijo. ‘Cuando sea grande te voy a dar mi riñón…’, me decía.
Con su relato, Silvino hizo llorar a varios en la sala, entre ellos, los guardias del Servicio Penitenciario que custodiaban a los imputados. Luego, se levantó y salió del recinto.
El juicio se reanudará este martes con la declaración de los amigos que acompañaban a Fernando en la noche del crimen y que fueron golpeados por los acusados. También, se espera el testimonio de Julieta, la entonces pareja de la víctima.