El año pasado un represor de la dictadura militar argentina, oriundo de San Juan Jorge Olivera, condenado en dos ocasiones por delitos de lesa humanidad y beneficiado con prisión domiciliaria, pidió salir de su casa para ir al gimnasio y el Tribunal Federal le denegó rotundamente esta salida. Ahora volvió a solicitar una salida, esta vez pidiendo ir a la misa que predica su hijo en la Diócesis de Zárate-Campana. Esta solicitud también fue denegada por el Tribunal Oral Criminal en lo Federal, compuesto por Daniel Doffo, Eliana Rattá y Carolina Pereira, según publicó Diario de Cuyo.
En esta oportunidad Olivera pidió salir de su casa para asistir a las celebraciones que da su hijo, el capellán de la Capilla San Juan, Javier Olivera Ravasi, que pertenece a la diócesis de Zárate y Campana.
Olivera está cumpliendo su condena en su casa después de cumplir los 70 años de edad, estuvo involucrado en el secuestro y asesinato de una modelo franco-argentina y militante de la Juventud Peronista Marie Anne Erize Tiseau, ocurrido en octubre de 1976. El polémico fallo se basó además en que el genocida presentó algunos problemas de salud como la hipertensión. También había dado positivo de coronavirus y en más de una oportunidad había pedido el beneficio de la domiciliaria, que finalmente recibió.
El 4 de julio de 2013 recibió en San Juan una condena a cadena perpetua al ser considerado coautor responsable de violación de domicilio, privación ilegítima de la libertad, imposición de tormentos agravado por su estado de cargo público y asociación ilícita, entre otros cargos. El 25 de julio del 2017 consiguió que lo trasladaran junto a otro represor al Hospital Militar Central de la Ciudad Buenos Aires para controles médicos menores. Pero de allí huyó y permaneció prófugo hasta que fue recapturado mientras se ocultaba en el baúl de un auto.