Nueve años pasaron. A Adrián Martínez todavía no lo habían apodado ‘Maravilla’ -por el campeón mundial de boxeo Sergio Martínez- y el fútbol estaba lejos de convertirse en su medio de vida. Mucho menos con ver como realidad lo que en las próximas horas será un hecho: firmará contrato con Racing, el desafío más grande de su carrera, después de haber sido fundamental para la permanencia de Instituto de Córdoba en la Liga Profesional.
Remontarse a 2014 permite empezar a entender un poco esta historia. Adrián Martínez había tenido un breve paso por las inferiores de Villa Dálmine con 17 años, pero despuntaba su vicio goleador en el club del barrio Las Acacias, donde su mamá era presidenta, y que competía en la Liga de Campana. Todavía tenía otro apellido, porque cuando cumplió la mayoría de edad eligió ponerse el de su papá del corazón Gabriel, que lo crió desde los 18 meses.
El fútbol quedaba reservado para los fines de semana, porque el resto de los días había conseguido trabajo como recolector de basura. Todo cambió por completo cuando un accidente automovilístico le dejó muy comprometida la mano: se le cortaron varios vasos sanguíneos. A partir de allí perdió su trabajo y le costó mucho volver a conseguir empleo, lo que derivó en algunas changas de albañilería. Y tenía una familia que mantener…
Para colmo, en un confuso episodio, cayó preso en la Unidad Penitenciaria N°21 de Campana. “A mi hermano le pegaron cuatro tiros y la gente del barrio le prendió fuego la casa a los agresores. Por ese hecho, a mí y otros familiares nos metieron presos. Estuvimos seis meses encerrados, hasta que resolvieron dejarme libre de culpa y cargo”, recordó el delantero en una entrevista con Clarín, en 2016.
«Nunca demostré debilidades en la cárcel. Adentro no podés demostrar nada. Matan, apuñalan, sí o sí hay peleas todos los días, toman de rehenes a los policías. Es otro mundo ahí adentro. Nada parecido a lo que reflejan las noticias. Ahí adentro no se puede vivir. Yo viví tres meses en buzones (son piezas de dos por dos metros ubicadas a los costados de un pasillo largo) porque no me daban el alta para subir a piso, y era un cuadradito con humedad en las paredes, que no tenía inodoro. Ahí dormía sobre una chapa. Si te llevan una frazada tus familiares, al menos tenés para hacerte un colchón», relató en una nota con Página 12.
También en ese tiempo empezó a apoyarse en la religión. “Gracias a Dios pude salir a los seis meses, si no tenía para rato ahí adentro, porque la causa era grave: nos acusaban de tener armas de guerra, de secuestro, poblado en bando, incitación al incendio. Ahí nosotros presentamos pruebas. Les fui a pedir las cámaras al hospital para demostrar que habíamos estado junto a mi hermano y no en la casa que incendiaron. A esa altura teníamos tres abogados y 30 testigos que avalaban lo que decíamos», reforzó.
Pero las vueltas del destino son indescifrables. Semanas después de quedar en libertad, su amigo Matías Bianchi le sugirió que se presentara a una prueba en Defensores Unidos de Zárate. Era el inicio de 2015. “Hice goles en un par de amistosos ante equipos de la Primera B Metropolitana y de la C y quedé. Como el club no me iba a pagar un sueldo, sólo viáticos, mi amigo me daba una mano en lo económico”, contó. Valió la pena tanto para él como para el club, porque durante esa temporada, ‘Maravilla’ Martínez metió seis goles y despertó el interés de la dirigencia en retenerlo.
Con la camiseta del CADU, en total, metió 34 tantos en 73 encuentros, lo que rápidamente lo puso en el radar de clubes importantes del ascenso, que se suelen disputar a esos jugadores a los que el gol se les da naturalmente. Así llegó su salto a Atlanta, donde se dio el gusto de convertirle, entre otros, a River, en un 1-4 por los cuartos de final de la Copa Argentina 2017.
Necesitó solo una temporada con 15 tantos en el Bohemio para llamar la atención del exterior. Fue Paraguay el destino en el que catapultó definitivamente su carrera, con pasos por Sol de América (goleador del equipo en su primer torneo), Libertad (donde debutó en una Copa Libertadores y ganó su primer título en la Copa Paraguay) y Cerro Porteño (apenas jugó nueve partidos).
El zurdo de 181 centímetros de altura fue a préstamo a Coritiba de Brasil y la pólvora parecía haberse mojado: solo cuatro goles en 22 partidos. A principio de 2023 decidió volver a la Argentina: Instituto de Córdoba rescató a Maravilla, que fue la gran figura de la Gloria en su retorno a la Primera División después de 17 años. Consiguió 18 tantos (le convirtió a Boca, Independiente, Racing y el clásico ante Belgrano, entre otros) en 41 juegos.
Carlos Tevez lo apuntó para reforzar el ataque de Independiente, los petrodólares de Arabia Saudita lo sondearon, pero hay una parte de desafío personal. Adrián ‘Maravilla’ Martínez, a sus 31 años, llega con el pase en su poder a Racing -se lo comprará en unos dos millones de dólares y firmará un contrato hasta diciembre de 2026- para reforzar el significado de la palabra resiliencia y sumarse a la ilusión del proyecto de Gustavo Costas. Y todo pasó en nueve años…
[FUENTE: Diario Clarin]