El día 31 de enero de 1827 fue establecida por Ordenanza 3445 /2004 del Concejo Deliberante como la fecha fundacional del Pueblo de Zárate, con motivo de haberse aprobado el trazado del mismo, punto de partida del ordenamiento urbano de nuestra ciudad.
La formalización del pueblo de Zárate está estrechamente vinculada a dos personajes del lugar, los hermanos Pedro y José Antonio Anta, descendientes por parte de su madre Mercedes Cabrera, de don Gonzalo de Zárate. Los hermanos Anta poseyeron pulpería en tierras que arrendaron a su pariente Mariano de Maza, además de formar parte de la guardia costera del lugar. Asociados comercialmente en el negocio del transporte con carretas, pudieron gozar de una prosperidad económica que les permitió comprar más tarde, un total de 2844 varas de tierra.
Posiblemente la aldea que se desarrollaba y crecía ante sus ojos, precaria y sin orden, fue motivo para llevar adelante su organización, dándole forma. Fue así como en una porción de las tierras que había pertenecido a sus mayores, los Anta dieron impulso a aquella idea. Con ese propósito, poco tiempo después, el 6 de julio de 1826 vendieron a Rafael Pividal, una fracción de 1144 varas, es decir 990 metros con frente al Paraná de las Palmas con igual fondo, con el cargo de constituir el pueblo de Zárate, perpetuando de esta forma la memoria de su ancestro. Para llevar adelante esta iniciativa, Pividal contrató al agrimensor Manuel Eguía para que realizara, previa autorización del gobierno, el trazado y plano del pueblo, el que fue aprobado el día 31 de enero de 1827.
El agrimensor al trazar el pueblo tiró una línea recta para salvar las sinuosidades de la barranca, y desde ella formó las manzanas. Esta primera traza comprendió 65 manzanas, siendo sus límites las actuales calles Valentín Alsina, Ameghino, Alem y su continuación Andrade, y la línea recta próxima a las barrancas. Los sobrantes y los terrenos bañados hasta el río fueron de uso común. Por resolución del gobierno del 12 de noviembre de 1855 se estableció como propiedad pública toda la superficie que se encontraba entre la barranca y el río Paraná y como tal con destino a la Municipalidad del Pueblo de Zárate.
Zárate era por entonces una aldea de construcciones de adobe con techos de paja o junco, como lo confirma el relato del viajero y naturalista francés Alcides D’Orbigny, quien recorrió estas tierras en febrero de 1827 cuando nuestro país se encontraba en guerra con el Brasil. Su experiencia en tierras americanas fue recogida en el libro “Viaje a la América Meridional” en el que describió a Zárate como ”un rancherío de aspecto miserable levantado sobre la costa y barrancas”.
El pueblo formado espontáneamente, dio paso al formal, trazado en una cuadricula en forma de damero. El historiador Vicente R. Botta, refiere que entre las primeras ventas de solares efectuadas en marzo de 1827 se encontraba la de Agustín Saavedra, hijo de Cornelio Saavedra y Saturnina Otálora, ubicada frente a la plaza principal. Sin embargo hasta su separación de Exaltación de la Cruz en 1854, Zárate careció de escuela y cementerio y el oratorio que se había levantado, estuvo la mayor parte del tiempo cerrado por falta de cura.
La producción de la región encontraba su salida a través del puerto, por esa razón el juez de paz José Manuel de la Sota elevó una nota a las autoridades en la que expresaba: “Delineado el pueblo de Zárate en una llanura de una legua a todos vientos sobre la costa del Paraná de las Palmas y cuyo Puerto, es el mejor de toda la Costa del Norte, necesita construir una espaciosa bajada hasta la orilla del agua en unos barrancos, que se elevan sobre el nivel de estas veinte y dos varas, para facilitar la exportación de todo fruto, que en su puerto se arroja de la borda de los buques de porte a tierra firme. Propone que, como en los puertos de las Conchas y Tigre, se cobren 4 reales de licencia por uso del puerto e igual por cada persona que se embarque a trabajar en las islas para evitar la minuciosidad de examinar los cientos, sin embargo de ser realizable: pues solo el mes de enero, que es el que menos maderas se introducen, ya que las plagas de insectos y excesivos calores acobardan a los trabajadores, ya porque se contratan a la extracción de frutas, que más las produce, en este mes digo se han introducido más de seis mil piezas de madera en Zárate”. Algunos vecinos costearon la construcción de bajadas al río en parajes convenientes, sorteando la difícil vegetación e irregularidades del terreno.