Máximo Thomsen brindó una entrevista a Telenoche y Matías Benicelli, otro de los rugbiers condenados por el crimen de Fernando Báez Sosa, escribió una carta para responderle. “Nunca fui parte parte de un pelotón de fusilamiento que, a patadas, sesgó la vida de Fernando. Estuve en el lugar y momento equivocado”, sostuvo.
Benicelli, que fue condenado a prisión perpetua, cambió de abogado y presentó un escrito ante el Tribunal de Casación Penal que confirmó su sentencia en abril. Además, en la misiva, remarcó: “Yo no maté a Fernando”, e insistió en desligarse del asesinato: “Pido perdón de todo corazón en nombre de todos los que causaron su trágica desaparición”.
La carta del rugbier comenzó con una mención a sus hermanos; a su mamá, a quien describió como “amorosa”, y a su padre, que dijo es su “ejemplo de trabajo, de esfuerzo y de dignidad de vida”. “Con ellos, aprendí el valor de la familia, a creer en Dios y a sostener valores de hoy. Más que nunca, me sostienen en la prisión en la que estoy”, agregó.
“Nunca fui parte de un parte de un pelotón de fusilamiento que, a patadas, sesgó la vida de Fernando, ni fui uno de los que salían a buscar peleas por Zárate con otros grupos para jactarme de esas supuestas hazañas. Estuve en el lugar y momento equivocado, porque fui de vacaciones con un grupo de nueve personas”, aseguró en la carta que fue difundida.
LA CARTA COMPLETA:
«Querido Diego. Te agradezco la posibilidad de decir lo que no puedo, porque no tengo medios más que lo que escribo, para que sepas que siento más la muerte de Fernando que mi propia existencia.
Y no hay palabras para decir el dolor que me causa su ausencia. Sin el consuelo de su presencia en este mundo, solo me queda la esperanza de que esté junto a Dios iluminándonos el camino.
Tengo una hermana mayor que es preciosa y un hermano menor de 17 años a quienes quiero y extraño cada día, una mamá amorosa y un padre que es mi ejemplo de trabajo, de esfuerzo y de dignidad de vida. Con ellos aprendí el valor de la familia, a creer en Dios y a sostener valores que hoy, más que nunca, me sostienen en la prisión en la que estoy.
Nunca fui parte de un pelotón de fusilamiento que a patadas sesgó la vida de Fernando. Ni fui uno de los que salían a buscar peleas por Zárate con otros grupos para jactarme de esas supuestas hazañas. Estuve en el lugar y momento equivocado. Porque fui de vacaciones a Villa Gesell con un grupo de 9 personas. Y las causas que no justifico y los actos de algunos que nunca terminé de entender, terminaron absurdamente con una vida de un adolescente de 20 años. La misma edad que yo tenía.
Por eso entiendo a los jueces que me condenaron y sobre todo comprendo y justifico a los padres de Fernando. Porque ellos creen que todos los que estuvimos aquella noche fuimos sus asesinos.».