Desde el mes de julio, Mónica y su familia viven un calvario. La alerta de que algo raro pasaba surgió cuando a las tres de la madrugada un desconocido tocó el timbre de su casa ubicada en la localidad de Quilmes.
Por lo llamativo de la hora, su marido bajó a ver quién era. “Un delivery”, le contestaron, pero el hombre le dijo que se había equivocado y se fue. Con el correr de los meses se dio cuenta que era víctima de una ciberestafa.
La mujer contó que al principio pensaron que eran ladrones, pero con el paso de los días la situación se repitió y la hizo sospechar. A cualquier hora, distintos hombres tocaban el portero eléctrico y le decían que tenían un “turno” o que venían por un “servicio”. Incluso algunos preguntaban por Malena, Brenda o Sofía. Las escenas eran prácticamente calcadas. Mónica les decía que tenían la dirección equivocada y se iban. Pero la mujer quiso saber más y un día, reja de por medio, decidió hablar con uno de ellos.
Le explicó que él venía para un encuentro sexual con una mujer y que le habían dado esa dirección. Mónica quiso saber más y consiguió que le contara que entró a la página Skokka.com.ar y que siguió los pasos que le indicaban.
“Este chico me contó que cuando hizo click en la foto de la chica que le gustaba, apareció un WhatsApp para contactarse. Allí le pidieron una seña de $500, que se podía pagar por Rapipago, o transferencia, e inmediatamente le dieron esta dirección. Por ejemplo, entró a la foto de la mujer que se presenta como “Flequillito culona”, le dieron la dirección, pagó al reserva y cuando llegó al lugar se dio cuenta que lo habían estafado”, contó indignada la víctima.
Y añadió: “No tengo ni idea de cómo aparezco en esa página. A pesar de haber hecho la denuncia, desde el mes de julio cuando empezó todo esto, no tuve una respuesta concreta de las autoridades policiales”.
Lo cierto es que corrían los días, el timbre seguía sonando y cada vez más hombres llegaban a su domicilio para disfrutar el servicio que habían contratado y por el que habían pagado. Muchos de ellos, le permitieron a Mónica ver los chats con las supuestas mujeres e inclusive los comprobantes de las transferencias.
Con toda esa información fue hasta la UFI 3 de Quilmes a presentar su caso, envío ocho mails, pero hasta el momento no le respondieron si lo están investigando. Mientras tanto el timbre de la casa de la víctima sigue sonando.
Mónica vive con miedo porque tiene dos hijas jóvenes que estudian y entran y salen permanentemente de su casa. “Cuando hice la denuncia me dijeron que me iban a brindar una vigilancia. Yo pensé que iban a mandar a algún policía, pero sólo me llamaban por teléfono dos veces al día para saber cómo estaba todo”, explicó al portal de periodismo ciudadano.
Y agregó: “Me sentí burlada. Además, no se si otra gente está pasando por la misma situación y si las chicas de la página son reales. Sospecho de todo y todos y no consigo que nadie me de una respuesta correcta”.
Mónica lleva un registro detallado de todo. Llegó a contar, por día, seis hombres que llegaron a su casa en distintos horarios. En total fueron 40 en una semana. Ahora, espera que las autoridades la reciban y le den una respuesta para poder recuperar la tranquilidad que el ciberdelito le robó.