Desde 1996 que se venía ideando un concepto del CAREM 25 y, hoy por hoy, se está convirtiendo en una realidad de manera gradual. Si bien hubo interrupciones y momentos de pausa, el avance con la construcción del reactor y la estructura que lo contiene es fundamental. Además, este proyecto tiene una particularidad: cuenta con un diseño innovador. Se trata de un sistema integrado donde el reactor comparte infraestructura y equipamiento.
De hecho, la idea de este nuevo modelo no es comparable a las grandes centrales nucleares de potencia, como Atucha I y Atucha II, que se encuentran ahí mismo en Lima, Zárate, o Embalse, en la provincia de Córdoba. Se busca que este concepto responda más bien a la ampliación y que pueda trabajar sobre la vida útil de lo que ya está hecho. Se refiere al desarrollo y producción de radioisótopos, los cuales son átomos que se utilizan para trabajar dentro de la industria medicinal, agropecuaria, entre otras.
Un modelo innovador
El reactor nuclear del CAREM 25 es uno de los proyectos pioneros entre los pequeños reactores modulares, conocidos como SMR (Small Modular Reactors). Es un reactor modular de potencia utilizado para dar energía y para la producción de radioisótopos. Al ser pequeño, el costo es menor y aumenta la eficiencia (ya que suele tener una vida útil más larga), sobre todo teniendo en cuenta las circunstancias económicas en las que se encuentra el país. Además, es un prototipo multipropósito, ya que puede desarrollarse sobre distintos rubros y funcionar para variadas actividades. Esto lo convierte en un reactor más flexible y versátil para su uso comercial.
Al ser un reactor de potencia, uno de sus grandes puntos fuertes y claves es el de dar energía, y justamente uno de sus objetivos principales es poder abastecer zonas alejadas de los grandes centros urbanos o fábricas que tienen un gran consumo de energía. En esta primera versión, el CAREM 25 será capaz de generar 32 megavatios eléctricos. A su vez, la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) está trabajando para que, en su uso comercial, pueda tener una máxima potencia de entre 100 y 120 megavatios eléctricos.
En vistas a la transición energética y la lucha contra el cambio climático, el CAREM 25 podría utilizarse para la desalinización del agua y la producción de hidrógeno. En ese sentido, como toda central nuclear, este reactor no emite dióxido de carbono. También, desde CNEA comunicaron cuáles serán los próximos pasos. Por un lado, calificar el concepto del reactor nuclear, para que luego se pueda exportar como se hizo con los reactores de investigación de desarrollo nacional, donde INVAP y la CNEA cuentan con gran experiencia. Se busca generar, al mismo tiempo, capacidades para el desarrollo de futuros proyectos cruciales e importantes para la CNEA.
A su vez, se busca incorporar centrales nucleoeléctricas de diseño de CNEA al Sistema Interconectado Nacional, también conocido como Sistema Argentino de Interconexión (SADI). Es una red eléctrica que, a través de tendidos de alta tensión, conecta distintas regiones del país. Sería una gran alianza para poner en funcionamiento la energía que podría proveer el reactor. Como último y no menos importante, obviamente el máximo objetivo es consolidar al país como un referente mundial en el sector nuclear.
A la vanguardia en confiabilidad y seguridad
Otra de las grandes ventajas de este reactor es su máximo estándar de seguridad. Tiene sistemas pasivos, donde la condensación es generada de manera natural y sin intervención humana. A través del recipiente de presión, hay dos circuitos. El primario, donde se encuentra el enfriador del núcleo, y el secundario, donde se genera el vapor. En la chimenea, sube el agua calentada por el núcleo y los generadores de vapor enfrían el agua del primer circuito y condensan la del segundo. Así es cómo, de manera fluida y sistemática, va saliendo el vapor, poniendo en funcionamiento el CAREM 25.
Además, una gran diferencia que tiene con los otros reactores de potencia con los que cuenta hoy la Argentina es la del agua a presión. Embalse, Atucha I y Atucha II utilizan un sistema de agua pesada (óxido de deuterio) a presión, la cual funciona como un refrigerante y moderador de neutrones. Sin embargo, el CAREM 25 tendría agua liviana a presión, que sería más acorde a el costo y la eficiencia del modelo elegido para este proyecto. Además, una de las grandes ventajas de este tipo sistema es que tiene más estabilidad, al regular la temperatura del agua y su punto de ebullición.
Si bien se estima que su construcción finalice en 2024, se espera que para 2027 el reactor esté listo para utilizarse y sacar su máximo potencial comercial. La obra del reactor está avanzada en un 76 %, incluyendo el edificio del reactor, la zona administrativa y demás instalaciones requeridas. Las exportaciones de este tipo de proyectos, como ya ocurrió con los reactores de investigación argentinos, generalmente se hace a través de la firma INVAP, y este modelo no sería la excepción.
Transcurridas más de dos décadas desde la concepción de la idea inicial y, tras varias interrupciones, una pandemia de por medio y otras cuestiones que retrasaron el proceso, el CAREM 25 está en su recta final y en camino a convertirse en uno de los proyectos argentinos más innovadores en el campo de energía nuclear. Su concreción permitiría dar un paso más en esta industria clave a nivel mundial y afianzar el rol de Argentina como uno de los líderes en el uso pacífico de la energía nuclear.
[Con información de: DEF]