Argentina se conecta no solo para pagar el endeudamiento del Macrismo sino también para garantizar que primero están los Argentinos. Columna de opinión por Lucas Castiglioni.
El Presidente es el principal articulador y propulsor de todos esos acuerdos a nivel internacional – Primero que coman los Argentinos.
En el marco del proceso de normalización de la situación de la deuda de Argentina, el Ministro de Economía junto a nuestro Presidente de la Nación continúan trabajando para hacer una contribución fundamental para el desarrollo y la sostenibilidad de la economía. Durante uno de los años más complejos de nuestra historia, inmersos en una crisis sanitaria y económica global, se ha logrado alcanzar un fructífero acuerdo con el sector privado, que permitirá retomar el camino de la sustentabilidad y sentar las bases del crecimiento a futuro.
En las últimas giras emprendidas por el Presidente de la Nación y el Ministro Martín Guzmán, se consiguieron importantes apoyos de aliados como Estados Unidos, Alemania, España, Francia e Italia para las futuras negociaciones, tanto con el FMI como con el Club de París.
La reciente gira presidencial reforzó esos vinculos al más alto nivel, demostrando el diálogo que el Presidente Alberto Fernandez mantiene con sus pares. Argentina además es miembro activo del G20 y en ese rol es muy activa. Logrando instalar importantes discusiones de importancia para países de ingresos medios en ese marco como el alivio de deuda y la revisión de las sobretasas que el FMI cobra por sus créditos.
Argentina sigue fortaleciendo las relaciones con los principales países europeos y edificando consensos sobre su relación con el FMI y el Club de París, esto nos permitirá trabajar de forma constructiva para que el país pueda tener una capacidad sostenible de cumplir con sus compromisos. Nos encontramos inmersos en un contexto global que complejiza las negociaciones con los acreedores. Sin embargo, existe voluntad de cada una de las partes por encontrar una solución que permita a la Argentina honrar sus deudas sin comprometer su recuperación económica ni darle la espalda a los tantos argentinos que sufren.
Lo que la oposición debería comprender es que estos acuerdos nos permitan integrarnos al mundo de una manera que impliquen mayor empleo y producción, a más mercados. Pero también una integración que no deje a nadie atrás, que proteja a los sectores mas vulnerables de nuestro país, protegiendo el “saber hacer” que hay en nuestra economía, proteger el “saber hacer” de las trabajadoras, de los trabajadores y de todas las empresas de nuestro país.
Primero que coman los Argentinos.
Nuestro Presidente Alberto Fernández anunció que restringirá la exportación de carne vacuna por al menos 30 días con el objetivo de poder asegurar un precio adecuado para el consumo de los argentinos y las argentinas. Como siempre en respuesta, la Mesa de Enlace de Entidades Agropecuarias convocó a un cese de actividades como forma de rechazo a la medida que busca volver a garantizar el derecho a la alimentación de nuestros y nuestras compatriotas.
“Primero hay que comer en la Argentina y después exportemos para afuera. Pero primero que coman los argentinos”, decía Néstor en el 2008 ante un escenario similar.
Un distintivo de nuestra mesa es el protagonismo que tiene la carne vacuna. Por cuestiones históricas que moldearon nuestra cultura y nuestras tradiciones, el pueblo argentino se caracterizó por elevados consumos per cápita de cortes de carnes rojas. Tal es así que entre los años 2003 y 2015 el consumo anual promedio fue de casi 62 kilogramos por habitante, valor que se ha reducido mucho en los últimos años, contrastando con los 43,7 kilogramos que se proyectarían de consumo por habitante para este año.
Por otro lado, también nuestro país se destaca históricamente por ser un importante exportador de carne vacuna, siendo reconocido mundialmente por la calidad de nuestra producción. La última década fue de gran crecimiento de las exportaciones en este rubro: mientras que en el año 2010 se exportaron casi 25.000 toneladas en promedio por mes, en el año 2020 se triplicaron estos valores, alcanzando las casi 75.000 toneladas de carne promedio mensuales, exportaciones que fueron traccionadas sobre todo por China.
Ambos hechos son importantes y es necesario combinar: por un lado, la generación de dólares a través de exportaciones de carne vacuna y, por el otro, garantizar el elevado consumo interno al que esta acostumbrado nuestro pueblo, a precios razonables.
Dentro del conjunto de carnes que se producen y comercializan de forma significativa en el país, se encuentran la carne de vaca, de pollo, de cerdo y pescado. Asimismo, las carnes rojas son las que registran mayor participación en la dieta de los argentinos. A causa de la crisis económica iniciada en el segundo trimestre del año 2018 y profundizada por la irrupción del coronavirus, el consumo de carne vacuna viene experimentando una notable caída como consecuencia de la pérdida del poder de adquisitivo de los salarios de los trabajadores.
Mientras que en el año 2015 se consumieron 58,6 kilos per cápita, al final de la administración macrista la cifra de consumo per cápita se ubicó en 43,7 kilos. Semejante deterioro se profundizó por la crisis de la pandemia y hoy ya no hay más margen. Nuestro Gobierno establece sus prioridades y siempre es preservar la mesa de las y los argentinos.
El continuo y marcado aumento de la carne bovina registrado en los últimos años, se explica por la desregulación que sufrió el sector durante la gestión del macrismo. Es decir, con el objetivo de incrementar la producción y bajar los precios de la carne vacuna, se modificó radicalmente el marco regulatorio existente. Se redujeron las retenciones, se eliminaron los Registros de Operaciones de Exportación (ROE) y los cupos de exportación. Al mismo tiempo, se suprimieron los instrumentos de control e intervención para monitorear el comportamiento de los principales actores del mercado a fin de evitar maniobras especulativas. Es menester señalar que el stock ganadero aumentó de manera muy marginal mientras que los precios subieron de manera exponencial a causa de acoplar los precios locales con los internacionales. De igual modo, desde el 2015 las ventas externas de carne vacuna se expandieron casi un 300% a pesar de que el consumo local retrocedió un 19%.
La importante caída en el consumo de carne vacuna por habitante está sobre todo explicada por el aumento de su precio: entre mayo de 2018 y mayo de 2020 el kilo de asado aumentó un 350%, muy por encima del 225% de inflación general (IPC INDEC). Es decir, el enorme crecimiento de las exportaciones estuvo acompañado de un incremento desproporcionado de los precios internos de este producto.
Ante este escenario, el gobierno nacional ha tomado la medida coyuntural de cerrar las exportaciones de carne vacuna por un mes. El objetivo de la medida es establecer reglas claras en este mercado, que permita continuar exportando a niveles elevados, mientras que se garantiza el abastecimiento a precios razonables para el consumo interno.
La medida provisoria dispuesta no va en contra de la producción, ni siquiera en contra de las exportaciones. Una vez que se remuevan los obstáculos que hoy hacen prohibitivo al consumo interno, la situación del mercado se va a normalizar automáticamente. Lo que nuestro país no puede es dejar el mercado interno indemne a la dinámica de los precios internacionales y el emergente de una demanda internacional de voracidad infinita.
Queremos que nuestro país le venda más al mundo, ganando mercados y generando más dólares para subsanar su restricción externa. Pero un mejor desempeño exportador no puede colisionar con la posibilidad de que las y los argentinos lleven un plato de comida digna a la mesa. Porque, como dijo el Presidente esta semana: “Yo quiero que todos ganen, pero que nadie pierda. Si uno gana mucho y otro pierde mucho eso no es una sociedad; es una estafa”.